En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre me sigo acordando (Daimiel, para los curiosos), ha mucho tiempo vivía... bueno, mi madre. Mi padre, nació en el País Vasco. Y yo, contra todo pronóstico, salí cántabra. Lo que significa dos cosas:
1) Que ya sé que te cae bien Revilla (a los cántabros no tanto);
2) Que siempre llevo una chaquetilla encina (por si refresca);
Llegué a Valladolid cuando decidí estudiar Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto. Más adelante, hice un Máster en Diseño Editorial, que compaginé con trabajar en la Renault de Palencia, donde actualmente resido. Tras esos años de experiencia laboral poco gratificante, decidí emplear mi tiempo y esfuerzo en lo que llevaba tiempo sabiendo que era mi vocación: la enseñanza y el diseño.
A pesar de descender de una familia con varios docentes en ella, nunca me planteé esa salida hasta terminado el grado. Como a muchos adolescentes, mi paso por el instituto no fue un camino de rosas y, como a muchos adolescentes, hubo un profesor en particular que se salió de sus "funciones básicas de profesor de x asignatura" para ayudarme.
Con ese profesor aún mantengo una relación de amistad, además de tener trabajos sueltos de diseño gráfico para actividades del centro y para sus proyectos de investigación.
Así que, ese es mi objetivo, mi propósito, mi anhelo: poder ser una guía para los alumnos no sólo en las cuestiones estrictamente curriculares, sino en sus inquietudes diarias. Ayudarles a ver el mundo con claridad, más allá de los deberes, para que desarrollen las herramientas que les permitan ser felices. Felices en la adolescencia y en la adultez.
Santander que bonita ciudad
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